Cansada quizás ya
de mostrar su espectáculo,
danzando noche a noches
en los distintos celestes escenarios,
dejándose admirar por los que sueñan,
vino a estrellarse al fin
en esta humilde vereda,
con sus alas de cristal
destrozadas,
toda averiada,
esta fugaz estrella.
Si no puedes trabajar con amor sino sólo con desgana, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría.