MARITZA BARRETO

sábado, julio 26, 2008

En la fiesta de Fabiola: mayo 2008

jueves, julio 24, 2008

ENSAYO: "Rompiendo Cadenas, los vínculos saludables"

DESDE LA DEPENDENCIA A LA AUTONOMÍA,
UN LARGO VIAJE.


1- Dependencia

La fusión:

Los seres humanos somos quienes, de la Naturaleza, nacemos con mayor grado de dependencia y por un tiempo más prolongado. En las primeras etapas de la vida somos absolutamente dependientes de los cuidados amorosos de la madre[1], de otra manera es casi imposible subsistir.

Los cuidados, el arrullo, la mirada, la sonrisa, irán construyendo un aparato psíquico en el recién nacido, tan sano y saludable, como sea la calidad con que se brindan estas conductas maternas. En estas etapas primitivas de la vida, el bebe se siente uno con su madre, hay un sentimiento de fusión con la persona de quien depende su bienestar y su vida misma.

La condición de dependientes, luego, se puede desplazar desde el primer objeto, que es nuestra madre, y que nos hace sujeto, hacia otros objetos en la edad adulta, que pueden ser otros vínculos como por ejemplo la relación de pareja o de amistad. Pero también la dependencia puede manifestarse en adicciones, resultando así los diferentes vínculos patológicos como son: la ludopatía, la farmacodependencia, la drogadicción, el alcoholismo, sólo por mencionar algunas formas que ésa adquiere.


Angustia de separación:

Reconocer que se es un individuo separado del resto y de ese ser que proporciona todo para el bienestar, provoca un sufrimiento que, en el recién nacido, ser primitivo, se experimenta masivamente y se vive como peligro de muerte inminente.

El recién nacido no tiene aún capacidad para discernir lo que le está sucediendo. Simplemente lo siente como una catástrofe. Es decir, no puede reconocer esta vivencia como angustia de separación.

Sentirse separado, entonces, deriva en el darse cuenta de que se es solo, significa experimentar el sentimiento de soledad, lo que provoca angustia de fragmentación o muerte y hace surgir el reconocimiento de dependencia de otro (del objeto) para vivir.

Este sentimiento despierta diferentes afectos y la necesidad de defenderse ante la propia angustia. Algunas de las formas de defensa se manifiesta negando la condición de dependencia con desdén.

Negación y desdén son entonces dos formas muy primitivas de defensa ante la angustia. Existen otras: por ejemplo el triunfo, la omnipotencia.

El desdén es aquel mecanismo de defensa cuyo mensaje es un “no me importa, no te necesito”, la omnipotencia es “yo puedo solo” y el triunfo es exhibir el festejo por las anteriores. En todas ellas subyace la negación.

En la edad adulta, el abandono y las separaciones actualizan la angustia de separación y el sentimiento de soledad y con ella estas formas de defenderse ante la inminencia de la fragmentación o muerte.

Sólo que, a diferencia de la primera etapa de la vida, el adulto tiene herramientas para su independencia, su autonomía y su autovalencia.



Sentimiento de soledad:

El sentimiento de soledad y de abandono, disparan esa angustia masiva que se siente como un sufrimiento extremo, que muchas veces en el adulto se traduce como crisis de pánico, dado que nos remite a las etapas más tempranas en que la dependencia era tal, que lo que estaba en juego era la propia vida.

Pero, no aceptar la separación, implica dependencia a otros objetos y personas, de lo que resulta una forma de vincularse propia de una personalidad adhesiva y nada sana.

Recordemos que la dependencia puede manifestarse en adicciones, y diferentes vínculos patológicos como son: el juego, la farmacodependencia, la drogadicción, el alcoholismo, las relaciones amorosas patológicas y otras formas que ésta adquiere.


2 Hacia la autonomía


Aceptar la separación:

Aceptar la separación significa, en primer lugar, reconocer que existe un otro diferente a uno mismo. Esto nos lleva al reconocimiento de los propios límites y el reconocimiento de la otredad. Dicho en otras palabras: al respeto por el otro.

Pero aceptar la separación implica ese sentimiento de soledad que se vive como angustia, lo cual es inevitable, está en la impronta de nuestro aparato psíquico. Por lo tanto es necesario aprender a convivir con la angustia de separación y el sentimiento de soledad. Lo importante es, entonces, reconocer y saber manejar la angustia.

Aceptación de la soledad:

Aceptar la soledad, reconocer la angustia que nos provoca, aprender a convivir con ella y hacerla nuestra mejor aliada, es un proceso que nos puede llevar toda la vida, acaso lo consigamos.

El logro de este proceso se traduce en independencia y autonomía


Autonomía:


La condición de independiente, el logro de la autonomía, son la meta de un largo proceso que no se transita sin dolor, sin angustias.

Para lograr esos objetivos es condición previa:
- derrotar la tendencia a la fusión
- reconocerse como individuo separado del otro,
- reconocimiento de la otredad, es decir, reconocer que existe otro diferente a uno mismo,
- reconocimiento de límites propios y ajenos,
- respeto hacia sí mismo, hacia los demás y hacia el entorno,
- aprender a estar solo y disfrutar la soledad,
- tolerar y manejar la angustia de sentirnos separados del resto
- tolerar y manejar la angustia del sentimiento de abandono,
- quererse y cuidarse a sí mismo, tanto como lo hicieron nuestros padres con nosotros, o como debieron haberlo hecho.

El éxito en este proceso significa haberse ganado una excelente calidad de vida basada en los vínculos sanos, saludables y el logro de la independencia y la autonomía.

Maritza Barreto
Psicóloga psicoterapeuta


[1] O sustituta, en caso de su ausencia

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