Me senté frente a ti
en aquel café.
Miré profundamente tu rostro endurecido
tu mirada de titanio.
Alargué mis dedos para alcanzar tus manos
pero las guardaste
en tus bolsillos
“no te enojes conmigo”
te pedí
te pedí
y tú, por evadir mi mirada,
volviste tus ojos hacia la avenida.
Tras el ventanal
un perro callejero husmeaba las mesas
buscando comida,
una chica rara lo acarició
y yo sentí envidia
“no te enojes conmigo”
te rogué,
pero estabas tan herida...
Quise entregarte las flores
que corté para ti,
pero no las recibiste
y las abandonaste ahí.
y las abandonaste ahí.
porque estabas tan herida...
“no te enojes
conmigo”
te pedí
“es que debo protegerme”
respondiste
guardándote el alma
con tu rostro endurecido
tu mirada de titanio
tus manos escondidas…
“es que debo protegerme”
dijiste
robándome para siempre
tu alma
y mi alegría
y mi alegría
Viña, 10 de Julio 2015
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