PSICOANÁLISIS
Desde la Envidia a la Gratitud
Existe una evolución en los afectos, así como en el dibujo o
en el habla. El niño dibuja, por ejemplo, la figura humana, al principio como
un círculo con palotes que, dice, son los brazos y las piernas. Más adelante
irá agregando detalles hasta lograr dibujar una figura humana reconocible como
tal y ya adulto puede llegar a ser un retratista. Más fácil de observar es en
el habla: un bebé de diez meses de edad emite sonidos que llamamos “laleo”; a
los dos años de edad ya puede decir varias palabras comprensibles, pero a los
diez años de edad ya ha adquirido el habla de un adulto.
Análogamente, los afectos también evolucionan desde que
nacemos hasta la edad adulta. Uno de los afectos más primitivos es la
envidia. El bebé, desde el momento que reconoce a un Otro, que generalmente
es la madre que acude a su llanto para satisfacerlo, se sabe dependiente,
idealiza a ese Otro invistiéndolo de todo poder, entonces lo envidia, lo odia y
quiere destruirlo. Es por eso que en la clínica, cuando detectamos que un
paciente envidia y odia al objeto amado, entendemos que sus afectos son
primitivos.
¿Puede haber algo más enfermo que querer destruir al objeto
que proporciona amor, que protege y que cuida? Como el bebé que muerde el pecho que lo alimenta.
Cuando el desarrollo afectivo se detiene o queda estancado en
la envidia, el sujeto no logra aprender, porque en lugar de abrirse a los
nuevos conocimientos, está ocupado en envidiar al objeto.
Hay quienes hablan de “envidia sana”. No existe la envidia
sana. Podríamos llamarla de cualquier otra manera, quizás “admiración”, pero la
envidia es un afecto que conlleva el deseo de destrucción.
Sin embargo, la envidia evoluciona a través del desarrollo
emocional. Pasa por varias etapas hasta lograr el reconocimiento de la
dependencia y la capacidad de agradecer en lugar de querer destruir. Por tal
razón, una persona cuyos afectos son evolucionados es capaz de agradecer. Ha
logrado la gratitud.
Cuando un vínculo se disuelve porque evidentemente algo no funcionó,
hay que reconocer qué cosas buenas nos dejó ese Otro. Porque si el vínculo
permaneció el tiempo que permaneció, es porque algo bueno proporcionaba; de lo
contrario, mal habla del individuo que nutrió el vínculo y que lo hizo perdurar
en ese tiempo si ese otro, lo único que entregó fue cosas malas haciendo de su
vida un imposible.
La Gratitud habla de salud mental.
La Gratitud habla de salud mental.
Maritza Barreto
Dic 2014
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home