CRÍTICA
AL PSICOANÁLISIS RELACIONAL
por Maritza Barreto
El psicoanálisis relacional se inspira en la ciencia cognitiva, la neuropsicología y, sobre todo, la psicología evolutiva. Esta corriente, sin llegar nunca a ser dominante hasta avanzado 2010, cobra importancia a partir de los años ochenta en Estados Unidos, con autores como Stephen Mitchell5, Lewis Aron, Jessica Benjamín, Owen Renik, Philip Bromberg6, Daniel Stern, Robert Stolorow y Donna Orange7, entre muchos otros, así como autores postkleinianos o representantes del «Grupo Intermedio» británico entre los que cabe citar a Thomas Ogden, Christopher Bollas o Patrick Casement. Los orígenes deben situarse, durante los años cuarenta y cincuenta, en la teoría de las relaciones objetales británica (Balint, Fairbairn, Winnicott) y en el psicoanálisis culturalista norteamericano (Sullivan, Fromm, Horney).
INTRODUCCIÓN
Inspirado
en los conceptos del cognitivismo, psicología evolutiva, neuropsicología y psicoanálisis
kleiniano; el PSICOANÁLISIS RELACIONAL surge en Estados Unidos de Norteamérica
alrededor de los años 80 con Mitchel, Aron, Jessica Benjamin, Renik, Stern,
Stolorow y Bromberg junto a los británicos Ogden, Bollas y Casement. Sus raíces
se encuentran en conceptos desarrollados por Melanie Klein, (con la teoría de
las relaciones objetales R.O.) y sus seguidores Balint, Fairbairn, Winnicott y
también en el psicoanálisis culturalista de Sullivan, Fromm y Horney.
En
el discurso del PSICOANÁLISIS RELACIONAL se halla la influencia del constructivismo
en psicología evolutiva, que describe la evolución de la inteligencia humana:
en Suiza Piaget, en Rusia Vygotski. También hay influencia de las ciencias
sociológicas (Bateson), de la filosofía: Nietzche, Ortega (Perspectivismo)
Mead, James (Pragmatismo), Heidegger, Foucault (Postmodernismo) y los conceptos
sobre acción comunicativa de Jürgen Habermas.
El
PSICOANÁLISIS RELACIONAL critica la teoría que explica que el proceso de
enfermar sucede en los fenómenos intrapsíquicos como un suceso interno y
solipsista; postulando que el paciente no enferma solo, sino en su relación con
el otro, en un contexto familiar y/o social. Pero esto ya está dicho en
psicoanálisis clásico:
Ø Freud y sus trabajos sobre la
seducción
Ø Ferenczi y la importancia de la
empatía (destacada, más tarde, también por Kohut)
Ø Winnicott y su inclusión de la madre
Ø Especialmente los conceptos de
Melanie Klein “pecho bueno-pecho malo”, “envidia”, y otros relacionados con su
teoría de las R.O. (relaciones objetales)
Ø Transferencia y contratransferencia
Ø Resistencia
Ø Enactment,
actin-in, actin-out.
Ø Otredad
Ø Repetir
para no recordar
DESARROLLO
En
PSICOANÁLISIS RELACIONAL se introducen el concepto de co-construcción dentro de la situación de análisis, de la
contratransferencia, transferencia, resistencia en situación de análisis y
cómo se involucra también la propia
historia del analista.
Otros
conceptos aportados por el PSICOANÁLISIS RELACIONAL: Enactment, terceridad, inconciente procedimental, conocimiento
relacional implícito, cesión y autodesvalimiento. Recordar para no repetir
A
veces se utiliza la palabra mente
por alma o psique; la palabra cliente
por paciente.
BROMBERG
“El trauma del desarrollo es un fenómeno relacional básico en la
configuración de la personalidad humana. Contribuye al potencial de cada ser
humano para la desregulación afectiva,
que es siempre una cuestión de grado, incluso en aquellos para los que el apego
seguro ha dado lugar a una relativa estabilidad y resiliencia. Todos somos
vulnerables a las experiencias de tener que hacer frente a algo que es más de
lo que nuestras mentes pueden
manejar, y las diferencias entre las personas sobre hasta qué punto es
soportable, son parte de lo que siempre hemos trabajado como psicoanalistas.
La evidencia clínica y
neurobiológica sugiere que la evolución de la personalidad resistente en
el tratamiento analítico, está interrelacionado con la capacidad que tiene
la relación paciente-analista, de disminuir la vulnerabilidad del
paciente a la hiperactivación afectiva, independientemente de cuán
pequeño sea el ámbito de la vulnerabilidad. Este uso de la relación paciente-analista tiene lugar a través del procesamiento conjunto, no lineal, de
un canal de comunicación puesto en la
acción (disociado), en el
cual, el temor (angst) del paciente a la desregulación
afectiva (el tsunami) (angst señal), es "reducido" por la más
amplia capacidad para distinguir la probabilidad de aparición de forma
segura, de un shock mental que pudiese ser afectivamente abrumador, del
resto de experiencias excitantes y tensas, que están siempre interrelacionadas
con el riesgo de la espontaneidad -
experiencias que yo llamo "sorpresas
seguras". El temor del paciente a la desregulación, al ser revivido en
el aquí y ahora a través de enactments,
se hace cada vez más contenible como un evento cognitivo, permitiendo por
tanto, a la mente/cerebro[1]
renunciar a su confianza automática en la disociación como una "detector
de humo " afectivo[2].
(angst señal)
Creo que el proceso transformativo de disminución del tsunami es fundamental a la profundidad del propio proceso de crecimiento analítico, y que deriva su poder de la coexistencia en la relación analítica de dos cualidades esenciales, la seguridad y la riesgo. A través de la creación de un espacio diádico que incluye las subjetividades de ambos, paciente y analista, pero no es propiedad exclusiva de ninguno de ellos, la relación paciente/analista se convierte en un entorno terapéutico por ser "seguro, pero no demasiado seguro". En tanto en cuanto el compromiso del analista implique un esfuerzo para comunicar su simultánea preocupación por la seguridad afectiva de su paciente, mientras hace el "trabajo", la coexistencia de la seguridad y el riesgo se convierten en el elemento esencial de la acción terapéutica que hace que la reexperimentación sea parte de un proceso de crecimiento psicoanalítico en lugar de una ciega repetición del pasado.”[3]
Me voy a referir a un filósofo y
sociólogo alemán, Jürgen Habermas,
exponente de la Teoría Crítica, perteneciente a la segunda generación de la
Escuela de Frankfurt, aporta entre otras construcciones teóricas la democracia
deliberativa y la acción comunicativa.
Habermas nos
dice “…el concepto de acción comunicativa se refiere a la interacción
de a lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que entablan
una relación interpersonal”.
En 1968 publica “Conocimiento e Interés”: “El lenguaje no es un instrumento.el lenguaje
nos constituye” (como la sangre).”El
lenguaje tiene como telos, como finalidad, el entendimiento con el otro”.
-BACHES
EN LA VÍA REGIA ¿O ES UN ABISMO?
Iatrogenia
Bromberg
considera que la vía regia hacia lo inconciente no son los sueños, como pensaba
Freud. Sino que el camino hacia lo inconciente es creado en coautoría por el
paciente y el analista. Y serían los enactment (acting in, acting out) que
cometen los pacientes, a los que Reik llamó sorpresas y son los que favorecen la mayor oportunidad terapéutica,
verdaderas fuentes de donde brota lo inconciente.
La experiencia de sorpresa es un evento
inherentemente diádico y no sólo intrapsíquico en el paciente.
Aquí
podemos comparar lo que Habermas dice al respecto: el pensamiento que marca la
Modernidad es el modelo que descubre Descarte: “pienso, luego existo” se trata de una “conciencia en solitario” una
“conciencia solipsista” y a partir de ese modelo se construye el pensamiento
que marcó toda la Modernidad, las ciencias duras, las ciencias positivistas. La producción del conocimiento de una
conciencia en solitario: pienso, luego existo.
Para el
modelo de la Hermenéutica Psicoanalítica, el descubrimiento del conocimiento NO
se da en solitario, sino en una construcción
dialógica. El conocimiento se construye en un diálogo donde hay dos
personas: analista y analizando, intérprete e interpretado, pero donde el
interpretado también se vuelve intérprete. En diálogo van construyendo una
verdad con la técnica de la mayéutica.
Es un
punto epistemológico que Habermas ha descubierto como un punto nodal. Un nuevo
paradigma: la verdad se construye
dialógicamente.
Volviendo
a Bromberg dice que espontaneidad y
sorpresa habilitan crisis en la terapia. Lo que B. llama espontaneidad, es
lo que se entiende por impulsividad.
(pasaje al acto)
La
impulsividad, la falta de control en los impulsos es lo que lleva al individuo
a cometer enactment (actin in – acting out). La impulsividad es un rasgo
característico de la estructura de personalidad border.
El acto
reemplaza a la palabra y al pensamiento simbólico. El impulsivo va del afecto
al acto sin que medie el pensamiento simbólico, la reflexión o la palabra.
Justamente
la técnica psicoanalítica promueve poner en palabras los afectos. Es lo que
puede llevar a la cura o al menos lograr un cambio en la estructura de
personalidad del paciente
Las
viñetas que trae en este artículo el autor, pertenecen probablemente a
pacientes de estructura border, viñetas en las que él se apoya justamente (en
los acting que cometen estos pacientes), para postular su teoría: la vía regia hacia lo incc son los
enactment.
Luego dice.
“El camino hacia lo inconciente del paciente es creado con la participación del
propio analista en su construcción”. (Es lo que llamamos la comunicación de inconciente
a inconciente.)
Repetir para no recordar: el
paciente repite en actos, porque no recuerda el trauma temprano y seguirá
repitiendo hasta que no lo haga conciente. Un analista bien preparado es un
buen hermeneuta. Sabrá interpretar los acting del paciente, ayudar a hacer
conciente lo que está en lo inconciente, prestará la palabra a través de la
interpretación y el señalamiento, para que el afecto pase al status de lo
simbólico, para que el paciente transforme lo sígnico en simbólico. El analista no debe ni puede
dejarse arrastrar de bache en bache
como lo plantea el autor.
B.
plantea que mientras el analista permanezca distraído y no haga una buena
interpretación de los enactment que comete el paciente, éste seguirá repitiendo
y se llenará de ira, porque experimentará la omisión del analista, como un
abandono.
Bromberg presenta
una viñeta en la que una paciente bulímica llega al punto de hacer ella las
interpretaciones que no logró hacer el analista. “la vergüenza (pena, tristeza) disociada de la paciente, causada por el
aspecto no abordado, que permanece no reconocido por el analista, constituye
una amenaza de retraumatización” yo a esto lo llamo iatrogenia.
“La via
regia, los enactment no sólo provienen del paciente sino también del analista,
dice Bromberg. La pregunta es dónde queda el
análisis personal del analista”.
Crítica:
En
este artículo, el autor sólo presenta pacientes que tienen una estructura de
personalidad border. (Pág. 13) (Pág. 15)
Mala
praxis en el análisis. (iatrogenia) (pág.7) (pág 17 de “…síntomas con
paciencia”)
Falta de análisis en el
analista. (es arrastrado por los afectos del paciente) se fusiona con el
paciente y no mantiene la distancia óptima y necesaria para operar como
terapeuta. En ocasiones se pregunta acerca de
la autorrevelación del analista: “¿Puede resultar intrusiva a veces?
“nuestro capullo
disociativo” (del analista y del paciente) !!! (Pág. 19).
“le di las gracias a Alec”
!!! (Pág. 19).
TRATAR A
LOS PACIENTES CON SÍNTOMAS Y LOS SÍNTOMAS CON PACIENCIA
En este
artículo el autor hace una diferencia entre pacientes buenos y lo que llama
pacientes difíciles. El paciente difícil sería aquel, cuya estructura “mental”,
ha sido afectada por un trauma temprano tan profundo, que ha lesionado su capacidad de confiar y cuyo mecanismo
defensivo principal es la disociación.
La lesión ha horadado la confianza básica, para decirlo en términos
winnicottianos.
En la
práctica terapéutica se produce un dar y un recibir, que en el caso de los pacientes
difíciles es experimentado como mínimo y en ocasiones, ausente. Por parte
del terapeuta, en términos de contratransferencia, el profesional siente
que su labor es saboteada, porque le privan de la esperanza de sostener una
relación “que crecerá en profundidad y
seguridad”.
Dice que
en casos donde la disociación llega a ser un splitting, el terapeuta debe
descubrir todas esas partes y formar relaciones (vínculo) con cada una de
ellas.
En la
práctica psicoanalítica clásica, la tendencia es hacer que el paciente enfrente
cada una de esas partes, hacerle reconocer esas disociaciones y promover la
integración de su personalidad, mediante la confrontación de esas partes
disociadas..
Avanzando
en el artículo, el autor dice sorprenderse con el hecho de que Freud haya
podido diferenciar lo suyo y lo de su paciente Emmy von N. y por la paciencia
que le tuvo. (paciente con la que no logró una cura permanente, ya que recaía
de manera similar cuando era impactada por nuevos traumas). Los síntomas histéricos de la paciente son
partes disociadas de ella. Los síntomas, según el autor, no son tales, sino estados del self funcionales, (lo que
llamaríamos síntomas egosintónicos), adaptativos para poder seguir viviendo.
(Pág. 2)
“a estos pacientes no los tratamos para
sanarlos de algo que hicieron en el pasado, sino que esperamos curarlos de lo
que todavía se hacen a sí mismos y a los demás” (Pág. 3).
“El éxito del tratamiento depende de la
capacidad del terapeuta y su disposición a tratar los síntomas con paciencia”.
Al
respecto, Habermas dice que el síntoma
es la expresión de un autoengaño comunicativo, el paciente en estos casos
tienen alterada la comunicación consigo mismo. El síntoma es también –dice- el
camino comunicativo para llegar al descubrimiento de sí mismo.
El síntoma revela y esconde los autoengaños.
Los síntomas suponen una fijación de representaciones y
de modos de comportamiento en un modelo compulsivo, pero además limitan el
margen de flexibilidad del discurso y de la actividad comunicativa. El discurso
del paciente se vuelve estereotipado y rígido.
Volviendo a Bromberg, el autor expone aquí, viñetas de
pacientes con síntomas asociados al trastorno de alimentación.
Los trastornos de alimentación están relacionados con la
incapacidad de la paciente de diferenciar el
deseo de la necesidad. Logro que
en las personalidades más evolucionadas se consigue tempranamente. Habría, en
estos pacientes, una ecuación simbólica en la que queda en igualdad el deseo y
la necesidad de alimentación (apetito).
Dice Bromberg: “el
apetito pone de manifiesto el primer encuentro con lo real. La calidad de la
experiencia de apetito tendrá ahora un rol en el que, el sentimiento de
pérdida sea modulado por una experiencia compensatoria de consuelo”
(Quiero señalar que antes de la necesidad de alimentarse,
está la necesidad de respirar. Es muy probable que ciertas patologías del orden
respiratorio tengan su raíz en estos primeros momentos vitales).
La comida vendría a ser un espacio transicional.
La paciente anoréxica renuncia al deseo. “El anhelo se transforma en abstinencia”
Recordamos que generalmente en la anorexia se da también la amenorrea y la
sexualidad infantilizada.
En el trastorno de alimentación está presente la disociación, “defensa que les sirve para regular el relacionamiento con los demás,
para sobrevivir en el presente; mientras se mantienen aisladas las necesidades
más intimas de relacionamiento” (pág. 13)
En la bulimia, darse un atracón y luego una purga se
lleva a cabo en estado disociado del yo.
Estos enactment que constituyen la bulimia y la anorexia,
son actos autodestructivos.
Al respecto el autor cita a Erick Erikson, quien aporta a este tema diciendo que “en la bulimia hay una moratoria
autoimpuesta en lo social, en lo erótico y en lo nutricional, para matar las
malezas asquerosas de su interior y crear un jardín interior. Solo que, a
veces, al matar las malezas muere
también el jardín”.
Introduce en la terapia, los procesos disociativos del
propio analista ante el fracaso de curar
a su paciente bulímica: “el analista empieza a sentirse victimizado por su
propio deseo (deseo de curar a la paciente) y luego siente que
la patología de la paciente es su adversario”.
Boris aporta: en el síntoma de trastorno de alimentación,
la paciente no quiere desear. “Y como no
quiere desear, su solución es estimular
el deseo en el otro y ser objeto de los deseos del otro”
Aparece así la
envidia (afecto muy precario y primitivo) de la paciente hacia el analista,
por experimentar su dependencia en
este vínculo amor odio.
Trabajar
la autonomía del paciente: “la desvinculación de parte del self al
enfrentar un trauma potencial de modo que non omnis moriar” (no morir
totalmente) (Stechler).
Maritza Barreto
Viña del Mar, Abril 2013
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