MARITZA BARRETO

jueves, mayo 17, 2012

PRÓLOGO ¡Prólogo a este libro!, Si sólo si el logo se encarna sin peso ni medida, sin silueta. Lo que es lo mismo, cuando la palabra alas abra. Así, (a)(con)firmo, que he encontrado la poesía, no los meros versos, que va más allá de una suma sintáctica de significados predefinidos, y logra, un silencio desencadenando, liberando y exhumando memoria sincrónica. La elevada voz de estos poemas, (com)(pro)(dis)pone, incluso una muerte que engendra vida gracias al amor. Este es el poder de la frescura de las viejas fórmulas escritas con estrellas en la vía láctea. Allí-decía Octavio Paz-se produce un diálogo entre gigantes que, por cierto, no vemos, no oímos, no tocamos, ni olemos, pero sí, los sentimos y mucho, sin saber que ello ocurre, de un modo (de)terminado. Memoria, cuerpo, símbolo, sentido se hacen tiempo para aparecer en el sueño de la gaviota (poetisa) y en el ala del pelícano (también poetisa). Simple y bello desarrollo de la ilusión que va del signo al símbolo, del límite al infinito del infinito. El paradójico sin límite de lo racional se vuelve polvo de estrellas. La in(vita)ción es al encuentro de elevadas frases, que la voz escrita ha excavado y escarbado en la página del silencio blanco y anguloso, para que nos (con)formemos a medida que los ojos del corazón vayan cambiando de poema en poema. De aliento en aliento, de luz en luz. De silencio en silencio. Al principio, era el dibujo inexplicable de un ser no (ad)(e)scrito. Son nuestros rellenos invisibles. Dice la celestial voz que transforma susurros en sílabas para que vayamos desprendiéndonos del cuerpo tangible y alterable, y a la vez, adhiriéndonos a nuestro cuerpo intangible e inalterable; a un cuerpo mayor, cuyo fundamento está en algo que es más que una razón, es razón mayor. Es decir, no deja nunca de ser. Pensamientos con lugar de origen que insomnian cerebros (sa)(tor)turados por relaciones y asociaciones (multi)(re)(a)(com)plicables. Mientras otros, los astros, partes del cuerpo universal de la memoria, universaliza(n) los/el cuerpo(s). “Si pudieras comprender que aunque tengamos diferentes formas y corporeidades somos como células de un mismo cuerpo”. el amor puro (re)(pro)(ex)clama por (ex)(pre)tender, y sobre todo, atender, abrir, parir, destapar, (de)mostrar y circuncidar el corazón de la humanidad. Si pudiéramos (com) prender este concepto, mejor dicho precepto, viviríamos en el “estado de amor puro”. Podríamos decir que, el humano que no ama muere. Quizá, de todos modos, sea parte de la memoria universal de la creación del cuerpo relleno de pensamientos y emociones, cuyo peso no permite elevar los cordiales ojos. Quien pueda abrir este libro (abr)irá (a)el cielo, la p(ala)bra, el corazón y su (co-)razón, el cuerpo, como se abre la nube para ser lluvia sin dejar de ser nube. Gracias Maritza por haber dibujado en estas tempranas tardes de fin y comienzo una purificadora animación de gotas silenciosas subiendo al mar de estrellas. Otro prólogo sería hablar de referencias estructurales únicas del que, en otro buen sentido de la palabra, este libro carece, a Dios gracias, por el bien de la verdadera belleza de la que solo una estructura universal como la de este libro descubre, desinhibe. Este libro imprime, no reprime, las alas de la palabra amor para que abra los cuerpos y libres se reúnan.